Señor Jesús, gracias por confiarme la misión de ser luz donde me has plantado. Abre mis ojos para ver las oportunidades escondidas en lo cotidiano y dame valentía para expresar tu amor con gestos concretos. Que quienes me rodean descubran tu bondad a través de mis palabras y acciones. Hazme brillar, incluso en los detalles aparentemente insignificantes. Amén.
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Cuando la mente no se apaga Luis es arquitecto y, como muchos profesionales, vive conectado a plazos de entrega, videollamadas y notificaciones incesantes. Anoche, a las dos de la madrugada, el diseño de un centro corporativo seguía brillando en su pantalla. Su mente tampoco descansaba: «¿Y si el cliente rechaza la propuesta? ¿Y si el presupuesto se dispara?». Entre suspiros recordó la invitación de Jesús: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso” (Mateo 11:28, RVC). Cerró la laptop, apagó la luz y, por primera vez en días, se permitió orar antes de dormir.
A la mañana siguiente, camino a la oficina, Luis sintonizó Ilumina FM y escuchó: “No se inquieten por nada; más bien, preséntenselo todo a Dios en oración… y la paz de Dios, que supera todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7, RVC). Las palabras resonaron. Antes de abrir su correo, se dirigió a la cafetería, se sentó junto a la ventana y escribió en una servilleta lo que lo preocupaba: fechas, cifras, expectativas. Luego, con la misma pluma, dibujó una cruz y le entregó cada punto al Señor.
Mientras oraba, depositó cada carga en la mesa imaginaria de Cristo. Volvió a su escritorio con la misma agenda, pero con otro corazón. El proyecto aún requería ajustes, el cliente seguía siendo exigente; sin embargo, Luis halló un pozo de calma al cual volver cada vez que la ansiedad tocaba la puerta. A media tarde, cuando surgió una petición imprevista, exhaló y susurró: “Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes” (1 Pedro 5:7, RVC). Respondió el correo con claridad y sin pánico.
La semana concluyó y el proyecto fue entregado a tiempo; el cliente incluso elogió la propuesta. Luis comprendió que el descanso de Jesús no es ausencia de responsabilidades, sino presencia de su paz en medio del ruido. Descubrió que la ansiedad no se elimina ignorándola, sino redirigiéndola al único que puede sostenerla.
Si tu mente tampoco se apaga, recuerda que la oración es un puente entre el «¿y si…?» y el «aun así, confío». Lleva tu lista de preocupaciones a Dios; deja que Él la firme con su paz. El cansancio no es tu identidad, y la ansiedad no dicta tu futuro; Cristo, sí.